Pigmalión y Galatea
Últimamente he visitado bastante el blog «El efecto Pigmalión» (muy recomendable por cierto). Y, como siempre, me he preguntado qué significa esta expresión. Definiciones hay distintas así que creo que el ejemplo que mejor describe es el de su origen. De la Wikipedia, cómo no:
«El efecto pigmalión tiene su origen en un mito griego, en el que un escultor llamado Pigmalión (Πυγμαλίων en griego antiguo) se enamoró de una de sus creaciones: Galatea. A tal punto llegó su pasión por la escultura que la trataba como si fuera una mujer real, como si estuviera viva. El mito continúa cuando la escultura cobra vida después de un sueño de Pigmalión, por obra de Afrodita al ver el amor que éste sentía por la estatua, que representaba a la mujer de sus sueños.
Este suceso fue nombrado como el efecto pigmalión ya que superó lo que esperaba de sí mismo al crear una escultura tan perfecta que llega a enamorarse de ella.»
Otro ejemplo, muy similar sería el de Gepeto y Pinocho.
El efecto Pigmalión se ha estudiado en muchos ámbitos de la vida, pero quizás los más habituales son la educación y la empresa.
En la educación, un niño normal puede caerle bien a un profesor, por lo que sea, de forma que el profesor pone un empeño especial en la educación de ese niño. A su vez, el niño ve que con la ayuda del profesor progresa y pone él también más empeño en sus tareas. Ese círculo virtuoso desemboca en que el niño realmente obtiene unos resultados por encima de la media. Todo esto también puede leerse en sentido contrario. Al profesor le cae mal el niño y no lo trata correctamente, por esa forma de tratarle el niño le coge manía al profesor y ese círculo vicioso desemboca en unos resultados deficientes.
En el ámbito de la empresa, recuerdo el caso de una persona que entró en un taller a través de una subcontrata. Al jefe de ese taller le entró por el ojo bueno y decidió darle una oportunidad; le vio potencial. El trabajador no defraudó las expectativas del jefe y fue aprovechando todas las oportunidades que éste le dio, alimentando así la buena impresión que le había causado al principio. Hoy es el día que ese trabajador tiene la absoluta confianza de su jefe y un puesto de mucha responsabilidad. Si por lo que sea, un mal gesto un comentario equivocado no le hubiese caído bien a su jefe, hoy no estaría trabajando con él.