Duerme, mi niña


-No, papá, no quiero dormir. 

-Vamos cariño, debes ir a tu cama. Es tarde y mañana tienes que ir al cole.

-Pero tengo miedo…

-Bueno, bueno… ¿Cómo va a tener miedo una niña tan grande como tú?

-Sí, tengo miedo, porque sueño con el señor de la sangre.

-¿Un señor de la sangre? ¿Qué señor de la sangre?

-Sí, es un señor que entra en mi habitación por la noche con la cara llena de sangre y me agarra y grita mi nombre.

-Vamos, cariño, no pienses esas cosas. Aquí sólo estamos mamá, tú y yo.

-Pero es que me da mucho miedo…

-Vamos a hacer una cosa. Anda, métete en la cama y te voy a meter las sábanas por debajo del colchón… así, ¿ves? Así estarás totalmente protegida. Y voy a dejar la puerta de mi habitación medio abierta para que te llegue la luz y te puedas dormir tranquila, que yo voy a leer un rato más. ¿Vale? Ahora respira hondo y cierra los ojos. Toma. Un beso. ¿Hay uno para mí?

-Sí,  muh.

-Muh. Buenas noches, cariño.

-Buenas noches, papá.

-¡AAAH! ¡PAPÁAA!

El padre se despierta aterrado, la frente perlada por un sudor frío. Era una pesadilla horrible, en la que su niña… Salta de la cama como un resorte y corre a ver a la niña.

-¡CARIÑO! ¡CARIÑO! ¡AY!-golpea la puerta entreabierta con la cabeza, pero no importa, la niña… la niña… Corre a la habitación y enciende la luz.

-Mi niña… ¿Estás bien? ¿Elena? ¿ELENA?-la niña duerme-. ¡ELENA!-la zarandea, tira de las mantas y las sábanas. La niña se despierta y aterrada por la visión de un hombre sangrando de la cabeza y que grita su nombre con los ojos desorbitados, grita:

-¡AAAH! ¡PAPÁAA!


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